- El Despertar de los Gálatas
- La Inutilidad de la Ley
- Hechos en el Cielo
- Corriendo la Carrera
- La Fe por el Amor
- El Dios que Suple la Fe por el Amor
- Purificados por la Fe
- Mutilando el Legalismo
- Libertad para no Pecar
- La Influencia Dominante
- El Fruto de la Ley
- El Fruto del Esfuerzo
- Casos de la Vida Real
- El Fruto de Creer
- El Fruto de Su Amor
- El Traje Nuevo del Rey
- La Imagen del Espejo
- Gracia para Amar
- La Vida Abundante
- El Reino Sobrenatural de Dios
El entender que los frutos del Espíritu son la expresión de la vida de Cristo de manera tangible en nuestra vida nos ayudará también a entender por qué Pablo dijo en Rom. 6:14 que el pecado no se apoderará de nosotros porque ya no estamos bajo la Ley sino bajo la Gracia.
Primeramente debo aclarar que la manifestación de la vida de Cristo nunca surgirá bajo el sistema de la Ley, por ser un diseño contrario a nuestro diseño original, como la Epístola de Gálatas nos ha mostrado; segundo y no menos importante es que tal manifestación del Espíritu Santo en forma de fruto nunca será contraria a lo que Jesucristo es.
Jesús vino a mostrarnos al Padre y a volvernos a nuestro diseño original al ponernos en Cristo. “Las cosas viejas (las de Adan) pasaron, todas son hechas nuevas”. Al experimentar la vida de Cristo en forma de fruto, inmediatamente reconoceremos lo que ya no pertenece a nuestro nuevo diseño y llegaremos a sentirlo realmente como un “objeto extraño en el ojo”, o como una “espina en la carne”, y aunque ésto no es a lo que Pablo se refería como “el aguijón en su carne”, la respuesta de Jesús para esta espina es la misma: “Bástate mi Gracia, que en tu debilidad me fortalezco”.
Jesus será mas fuerte mientras tu dejes de “tratar” de tomar el control, tanto en tu propia vida como en la de los demás. Tanto tu perfección como la de ellos te será revelada al comprender el trabajo tan perfecto consumado en la Cruz y eso hará surgir en ti ese treinta, y ese sesenta por uno, porque te darás cuenta que ese “ciento por uno” está ya en ti.
Aquellos que nunca se casan por no encontrar a la pareja perfecta, saben que la única pareja perfecta es Barbie y Ken, porque es de plástico. Mas lo que ellos temen realmente es el rechazo de su propia imperfección, por lo que se protegen rechazando a los demás y criticando y detestando en otros lo que detestan en si mismos o lo que es inalcanzable para si mismos “bajo la carne”. El hombre perfecto no existe, tampoco la mujer perfecta, pues la perfección que se busca en el mundo está basada en la carne, es decir, en la rectitud de la Ley, – en lo que hagamos o lo que dejemos de hacer, en lo que somos o dejemos de ser y ese sistema ya fue echado al fuego en la Cruz del calvario.
La perfección del humano solo se encuentra en Jesucristo y solo podemos obtenerla como un regalo a través de la fe. Entre mas estemos conscientes de tal regalo, mas podremos experimentar la perfección “de nuestro regalo”, y dejaremos de buscar nuestra identidad y seguridad en querer ser perfectos para obtener la aceptación, la aprobación o el reconocimiento y respeto de los demás. No te exhorto a que no te importen los demás, mas vivir de su opinión es trabajo arduo y pesado. La opinión de Dios acerca de ti es la que cuenta y creer esa opinión es necesario para cambiar nuestra opinión de los demás y poder amarlos y aceptarlos.
El mundo habla de tolerancia aun sin aceptar el amor de Dios. Tal tolerancia requiere que actuemos como el pueblo actuaba en la historia del “Traje Nuevo del Rey”, fingiendo que no veían que el rey iba desnudo. Por consiguiente, el ser tolerante hoy en día requiere pretender que aceptamos a todos, con todo y sus falacias nocivas, que compartimos sus puntos de vista y que nos alegran sus conversaciones y sus prácticas, en ocasiones grotescas y escandalosas.
Curiosamente la religión no tolera este tipo de tolerancia, pues la religión nos reprueba a todos. Mas no es este tipo de tolerancia la que Cristo nos ha dado. Por el contrario, Jesús no toleró el sistema de los religiosos, el cual ha evolucionado de tal manera que hoy la gente tiene que imponer una ley para forzar en todos la tolerancia de sus actos y bajo este sistema tendrás que ceder todos tus derechos, aun el de proteger a tus propios hijos. Jesús llevó ese sistema en sus hombros y lo clavó en la Cruz y nos ha reinstituido bajo su propia “Constitución” escrita desde antes de la fundación del mundo.
Irónicamente, es la misma religion intolerante de la tolerancia del mundo la que no deja ir al mismo sistema obsoleto que mantiene esclavo al mundo de su comportamiento, bajo la antigua monarquía – la de Satanás, a través de la Ley del Viejo Pacto.
El Evangelio no te invita a que finjas que no ves que el Rey va desnudo, sino a que te vistas con el Traje Nuevo del Rey, un traje de Lino Fino, puro y resplandeciente – la rectitud de Dios en Cristo. Esto hará posible tarde o temprano que dejes de ver tu desnudez y la de los demás, y a que portes tu nuevo atuario con majestad, aun si los demas no quisieran o no supieran como hacerlo.
Para ello Jesús nos comisionó a llevar su Evangelio a todo el mundo, para que la gente conozca el edicto del Rey. Este edicto declara que ya no necesitamos cubrir nuestra desnudez con trapos inmundos ni con hojas de higuera, pues existe un traje mejor por excelencia que nos ha sido dado– el de la Gloria de Cristo , la cual estaba en Adán antes de que él adoptara el sistema que hoy anhiquila al mundo.
No es sorprendente que el fruto del Espíritu que este Evangelio produce nos haga “tolerantes”, pues dejamos de juzgar a todos por su comportamiento, es decir, según la carne y logramos realmente verlos con la misma compasión que Dios nos miró a nosotros, pues ya entendemos su lógica y podemos amar como Él ama, sin tener que cambiarlos primero.
Mi amiga de Facebook escribió en su pared.
“Tu comportamiento no dicta tu identidad. Tu valor y estima viene de Cristo solamente y El crucificado. Él te resucitará en cada area, no necesitas tratar de cambiarte a ti mismo porque el verdadero tú es algo muy bueno!” Jerilyn Prescott.
Tu eres la rectitud de Dios en Cristo, estás en Cristo y sentado junto con Cristo y si Él te amó no fue solo porque te haya hecho un favor inmerecido, sino porque Él vio lo maravilloso en ti, aun cuando la mentira que tu mismo hayas creído acerca de ti mismo pudo habertelo ocultado. Hemos sido llamados a heredar y al heredar daremos fruto, pues las primicias de nuestra herencia son el Fruto del Espíritu, y la vida de resurrección se hará cargo de lo demás, aun de vivificar nuestras situaciones muertas, que ante nosotros son sin solución. Así lo creo.
Te invito a continuar el próximo viernes.
Shalom y Gracia en Abundancia